El déficit ha aumentado cada año durante los últimos cuatro años. Es un tramo de déficit cada vez mayor que no se ve desde principios de la década de 1980, cuando el déficit explotó con el gran recorte de impuestos del presidente Ronald Reagan.
Para 2019, los ingresos crecieron 4%. Pero el gasto aumentó al doble de esa tasa, lo que refleja un acuerdo que Trump alcanzó con el Congreso a principios de 2018 para impulsar el gasto.
Según la mayoría de nosotros, los enormes déficits no parecen amenazar la economía ni elevar las tasas de interés que pagamos en tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos para automóviles. Y, de hecho, los enormes déficits coinciden con un período de tasas muy bajas en lugar de los crecientes costos de endeudamiento que los economistas habían advertido que probablemente ocurrirían si los déficits gubernamentales llegaran a un nivel tan alto.
Incluso hay una nueva escuela de teoría económica conocida como la «teoría monetaria moderna». Sostiene que las economías más importantes como Estados Unidos y Japón no necesitan preocuparse por tener déficit porque sus bancos centrales pueden imprimir tanto dinero como necesiten.
Sin embargo, esto sigue siendo una visión claramente minoritaria entre los economistas. La mayoría todavía cree que si bien los enormes déficits no son una amenaza inmediata, en algún momento, se convertirán en un gran problema. Evitarán los préstamos de consumidores y empresas y elevarán las tasas de interés a niveles que provoquen una recesión.
Además, los pagos de intereses sobre los déficits se convierten en parte de una deuda pública creciente que debe pagarse y que podría deprimir el crecimiento económico en los próximos años. De hecho, incluso con tasas bajas este año, los pagos de intereses del gobierno sobre la deuda fueron uno de los ítems de más rápido crecimiento en el presupuesto, aumentando casi un 16% a $ 375,6 mil millones.
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